Clasificación tentativa de los ciclistas según un mecánico
La siguiente clasificación es independiente del tipo de uso y del nivel del ciclista, tanto en lo físico como en lo técnico y en su bolsillo; o sea, puede ser un usuario ocasional de fin semana con una bici de gama baja o alta, o hasta un ciclista de elite. Se trata de perfiles de ciclistas y si bien puede haber una combinación será uno el determinante.
El insensible
Podrá notar una diferencia por los resultados si es un ciclista que compite, pero básicamente todo lo que se le ponga entre las piernas es para aplicarle potencia. Se adapta con naturalidad a los desperfectos, no le importan los ruidos, ni las vibraciones, ni el comportamiento de la horquilla, ni si el neumático es el correcto o si la cadena está sucia. Puede usar la bici todos los días y lavarla, con suerte, una vez al año. Si además de insensible es descuidado, los componentes los usa hasta que se rompen arriesgando su propia seguridad.
Para el mecánico, las bicicletas de los insensibles dan mucho trabajo porque hay que cambiarles casi todos los componentes. Cuesta hacérselo entender a los usuarios para quienes sólo se trataba de un cambio de cadena o lubricación. Tampoco, una vez hecho el trabajo notarán grandes cambios ni se van a ocupar de mantenerla en condiciones luego. No van a hacer preguntas sobre recomendaciones o cuestiones a tener en cuenta. Difícilmente se pueda esperar un reconocimiento, no porque sean desagradecidos sino por su falta de sensibilidad. Para trabajar en esas bicicletas hay que olvidarse de sus dueños para no caer en el desgano de hacer estrictamente lo necesario.
El sensible
Es el tipo de ciclista que es muy consciente del andar de su bicicleta y que disfruta más de su máquina cuando está en buenas condiciones. Tiene en cuenta las recomendaciones y se ocupa de probar y sacar conclusiones a partir de sus propias experiencias. Admite que las cosas tienen un ciclo de vida y por eso es previsor y entiende la importancia de un buen mantenimiento.
Para el mecánico es el ciclista ideal porque sus bicis suelen estar en buenas condiciones y requieren ajustes mínimos de los cambios y mantenimientos planificados. Los trabajos realizados con anterioridad permanecen y dan los resultados esperados. Como son sensibles a los cambios reconocen un buen trabajo. Es fácil la comunicación y casi siempre ya saben lo que hay que hacerle a la bici con lo cual no se pierde tiempo en diagnósticos. Trabajar con ellos es gratificante y estimulante.
El hipersensible
Es casi un estado patológico donde la bicicleta se convierte en un fetiche, símbolo de admiración y placer desviado.
Al principio parece un ser normal pero cuando al otro día del servicio vuelve porque hay algo que dice que no quedó bien, el mecánico empieza a sospechar. Herido en su identidad, el mecánico repasará lo hecho, pues en principio cree que pudo tener un error: puede que pruebe horas la bicicleta en búsqueda del acusado ruido, falla, desbalance, desajuste. No obstante, le cuenta al cliente todo lo que hizo casi como esperando un milagro. Será en vano. El ciclista la va a probar una vuelta a la manzana y al regresar va a confirmar el diagnóstico, no el de la bici, sino el que temía el mecánico: un hipersensible. Convertido en pesadilla, por más perfecta que esté la bicicleta el hipersensible siempre verá y sentirá cosas que sólo él puede ver y sentir. Para peor, ahora la novedad será no sólo que la falla continúa sino que en realidad antes del servicio no existía. Si el mecánico supiera de antemano a lo que se enfrenta jamás tocaría esa bicicleta.
El abusador
El espécimen más peligroso. Se hace pasar por un ciclista experimentado. Le gusta hablar bien de él y mal de los demás. Si requiere de los servicios de un mecánico, explica, es porque no tiene tiempo, no porque no lo sepa hacer. Deja instrucciones precisas sobre el problema y sobre lo que se tiene que hacer. Siempre está apurado y pide prioridad para su caso. Sus bicicletas en general son engendros, con mezcla de componentes nuevos y viejos. Jamás hay que dejarlo ir sin antes discutir sobre sus dichos, porque esa es su primera trampa y de allí no hay vuelta atrás. El veneno está inoculado y es cuestión de tiempo. Resulta que el simple centrado de rueda que había pedido en realidad implicaba, en el menor de los casos, el cambio de niples y de varios radios en un aro usado y que cuesta mucho trabajo dejarlo bien centrado. Cuando vuelve a buscar la bici con el dinero justo de lo que sería un centrado y el mecánico le explica que va a salir un poco más caro porque tuvo que cambiarle niples que estaban redondeados o radios rotos viene el reclamo, el cuestionamiento o el escándalo. Si el mecánico ahí mismo no lo manda
"liberar el tránsito intestinal", al otro día volverá porque dice que los cambios no le andan bien desde que se le tocó la rueda, o dirá que le cambiaron el piñón nuevo que tenía por uno viejo que falla o el disparate que se le ocurra. Es fundamental descubrir su identidad en la charla previa y poner cualquier excusa para no atenderlo.
Fuente: Btt.com.ar