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[Sábado 03-11-2012 17:38:29]    Paco Martínez Vega
Caos circulatorio tras el paso de Sandy. Con esta frase se podría describir el estado de la movilidad en Nueva York después del huracán que ha golpeado al Caribe y ha paralizado la costa Este hace cuatro días. “Atascos, gasolineras sin carburante y colas infinitas en las paradas de autobús”, describe un video de The New York Times. “Taxis sin combustible y carreteras obstruidas”, cuenta un reportaje de The Atlantic. En medio de esta pesadilla cotidiana, un grupo de gente sigue moviéndose como siempre lo ha hecho: a pedales. “No coger el coche, es probablemente la manera más rápida de llegar a su destino”, anunciaba el alcalde Bloomberg ante los problemas de acceso a la capital cultural estadounidense. Desde hace tiempo, la ciudad apuesta por las bicicletas pero, la catástrofe ha provocado que muchos ciudadanos hayan decidido hacerle caso y pasarse a la bici. Algunos de ellos era la primera vez que llegaban al trabajo a dos ruedas.

Nunca había utilizado la bicicleta en mis recorridos diarios. Pero tras ver las colas que había en las paradas de autobuses, me parece la única manera de moverse por la ciudad”, comentaba Susan Creighton, profesora de 26 años, en una entrevista al NYT. Como ella, muchas personas que nunca habían pensado en moverse de otra manera, se han pasado a la bicicleta. En esta ocasión, la salud o el medio ambiente no han primado en la toma de decisiones. La eficiencia, la rapidez y la movilidad, sí. “En la sexta avenida hemos contado cien bicis cada 15 minutos. Los newyorkers están usando mucho más la bici después de la tormenta”, aseguraba una vendedora de bicicletas y activista.

No es la primera vez que las bicicletas revelan su faceta estratégica cuando ocurre una catástrofe. La autonomía que aportan, la independencia y la invulnerabilidad a contingencias es mucho mayor que la del coche o el transporte público. Durante el escape nuclear de Fukushima, tras el tsunami que llegó a las costas japonesas el 11 de marzo de 2011, la bicicleta pasó a ser la única manera de moverse. En muchas tiendas agotaron stock.

Además de convertirse en estructurales para recorrer la Nueva York post Sandy, las bicicletas fueron también testigos del paso del huracán. Después de dejar su huella en la ciudad, donde fallecieron más de 40 personas, el cineasta Casey Neistat pedaleó a Manhattan para filmar el estado de la urbe. Con ningún otro medio de transporte hubiera llegado a tantos lugares de la ciudad y realizar este impactante video.



Cuando una catástrofe sacude una ciudad o un país, sus comunicaciones se bloquean. El transporte no se mueve, la electricidad no llega… todo deja de funcionar. Y cuando todo falla, bicicleta. Muchos de los que la han usado estos días por primera vez, seguro que empiezan a valorarla de otra manera. Cuando llegue la gasolina, vuelva la electricidad y la normalidad se instaure de nuevo, algunos de los pedaleantes accidentales de Nueva York igual no vuelven al coche.


Fuente: Blog I Love Bicis de ElPais.com
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